Acuífero mendocino contaminado por la industria petrolera
Una parte del acuífero de una zona privilegiada de Mendoza está contaminado con productos provenientes de la producción de combustibles. Para poder descontaminarlo se ejecuta un complejo sistema. Se extrae el equivalente a 4 mil piletas de natación por año para «limpiar el agua» y luego reinyectarla al acuífero.
Hay un lago subterráneo que tiene una capa de contaminación con productos derivados de los combustibles. No se ve, pero es una mancha que se extiende por 8 kilómetros desde la refinería de Luján de Cuyo hacia el noreste. Es una de las zonas más retratadas en postales: las viñas, la cordillera de fondo y el tránsito hacia Chile.
La mayor parte del tiempo hay silencio al caminar entre las viñas. Pero bajo la superficie hay un descomunal movimiento para intentar descontaminar el agua. Son miles de metros cúbicos de agua con MTB y benceno acumulados desde hace décadas por malos manejos de la industria. Es el pasivo ambiental más grave de los que ha generado la industria petrolera en la provincia y también el más costoso para YPF: hasta ahora debió gastar 44 millones de dólares en el saneamiento y la cuenta sigue.
Un largo proceso
Cuando saltó el alerta, el Departamento General de Irrigación emitió una resolución donde intimaba a YPF, por entonces en manos de la española Repsol, para que cese el vertido en 5 días y en 15 presente un plan de remediación. Hubo reacciones espasmódicas y la crisis aguda no se resolvió de inmediato. La petrolera llegó a comprar las fincas más afectadas y aún hoy es propietaria de 70 hectáreas de viña. En paralelo, se recurrió administrativamente a las sanciones y se abrió una instancia política de negociación. Mientras, la contaminación seguía expandiéndose bajo el subsuelo.
Los dos caminos a seguir eran la mitigación, para dar respuesta a los usuarios del agua que tenían contaminado ese recurso, y el saneamiento del acuífero. La salida no era tan sencilla: hoy, 16 años después, el problema persiste y seguirá.
Fuente: MDz