Ecomuna: el nuevo barrio de Mar del Plata sostenido en el marco de la permacultura
Diez familias se unieron por el acceso a la tierra y el hábitat e iniciaron la construcción de las primeras viviendas en un terreno de más de una hectárea ubicado al sur de la ciudad. Edificaciones naturales y sustentables en el uso de los recursos con áreas productivas.
En los saberes y deseos de un numeroso grupo de familias, la Ecomuna surgió hace muchísimos años. En la organización efectiva, hace apenas tres. Y su concreción ya marcha sobre rieles, al menos para algunas de las diez familias que decidieron unirse en un proyecto ambicioso e incomparable. Bajo la tutela de la cooperativa Caminantes, especialista en la construcción natural de viviendas, los integrantes del nuevo barrio de Mar del Plata ubicado al sur de la ciudad, en la zona de Playa Serena, ya meten sus manos en el barro y diagraman una vida sostenida por los principios éticos del diseño permacultural.
“La intención de este colectivo de familias es desarrollar en el predio diez viviendas con lugares comunes para todos y otros sitios privados para cada integrante del proyecto que así lo desee. A partir de lo realizado por un montón de otras organizaciones y emprendimientos como el de la cooperativa Caminantes, nos movilizó la intención de empezar a trabajar en el acceso a la tierra y al hábitat. En un principio la idea era desarrollar una iniciativa educativa relacionada a una chacra permacultural, en conjunto con el municipio, con un voluntariado y con capacitación de la gente, pero fue algo que no prosperó”, recordó la joven mujer en primera instancia.
“El tiempo y la necesidad de la vivienda fue una realidad incontrastable y la zona ya la teníamos definida, porque hay muchos otros de nuestros proyectos que se vinculan con el sur de Mar del Plata. Así fue que terminamos por acceder a la tierra, porque para la idea necesitábamos conseguir una gran extensión, mínimo de una hectárea, a fin de que cada uno pueda tener su vivienda en particular y también contar con un espacio productivo comunal, de dispersión y forestación”, explicó Carolina.
Con el diseño ya definido para la ubicación de las 10 primeras casas, los involucrados generaron un código interurbano de construcción interno. “Lo hicimos para no perjudicarnos con la luz solar o con los árboles que cada uno quiera plantar. Habrá tres núcleos de viviendas y la idea es que cada uno utilice el espacio como prefiera. Sí hay ciertas normas para no tener conflictos y poder disponer de lugares íntimos”, detalló una de las expositoras de la iniciativa.
Los límites de la construcción natural terminan cuando la edificación no es abordada de un modo sustentable. “Queremos casas que sean eficientes desde los recursos, que no consuman demasiado gas o electricidad para funcionar. No es que no permitimos una bolsa de cemento o piedra, porque algunas estructuras así lo requieren, no somos fundamentalistas, pero sí buscamos una perspectiva amigable con el medio ambiente”, sostiene Carolina.
En la actualidad, el proyecto obtiene su agua mediante una bomba para su extracción de pozo y la comunidad ya se encuentra conectada a la red eléctrica, con ganas de desarrollar en el futuro sistemas más limpios, entre ellos, la energía solar. “Van apareciendo muchas alternativas que se ponen en la mesa y se debaten. Hay una consciencia de uso, todo lo seguimos manejando como antes”, aseguró una de las voceras de la Ecomuna.
Aunque de las diez familias solo tres pudieron iniciar la construcción de sus casas, varias aceleraron sus procesos de diseño. “Venía bastante idealizado el tema, pero ya pasó un año de la compra de las tierras y y la primera de las viviendas está cerca de ser finalizada. La intención es que ya este año se mude la primera familia. Y de las otras dos viviendas, una ya tiene techo”, contó la integrante del proyecto.
Áreas productivas y el impacto de su presencia en la zona
El barrio de la Ecomuna viene con la inclusión de un predio que, en un principio, buscará proveer de alimentos a la comunidad. “Arrancaremos con una huerta para el consumo propio y luego generaremos algún proyecto productivo, ya sea comunitario o entre algún grupo de familias, siempre con una visión lo más cooperativa posible y con rentabilidad posterior”, razonó la joven emprendedora.
Consultada por la reacción de los vecinos de Playa Serena sobre el proyecto, Carolina contó: “Cuando empezamos a estar en las tierras, nos pusimos en contacto con los residentes de la zona, nos presentamos con la gente que vive en las casas linderas, nuestra intención es tener contacto con todos, no es nuestro objetivo ser una burbuja”, aseguró al respecto.
“Los que se interesan se acercan y preguntan y eso hace el boca a boca después. Estamos cómodos y tenemos buena relación con la sociedad de fomento. En un momento nos habían invadido los cardos altos, solicitamos un tractor y ahí nació el vínculo, hacemos un taller de construcción en barro, por suerte son muchos los que están muy interesados en que compartamos con la gente nuestras experiencias”, detalló la mujer. “Próximamente lo que queremos hacer es un taller de armado de estufas rocket, porque la sociedad de fomento tiene problemas con la calefacción y es una alternativa interesante en el barrio”, concluyó Carolina, notoriamente entusiasmada.
Fuente: 0223
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