Hoy se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía
En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía la idea es concientizar sobre la degradación de las tierras causada por la actividad humana (como la sobrexplotación del suelo, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego) y las variaciones climáticas.
Este año el Día Internacional se centra en cambiar las actitudes públicas hacia la principal causa de la desertificación y la degradación de las tierras: la producción y el consumo incesantes de la humanidad.
El consumo de agua mundial promedio se reparte entre un 80% la agricultura, 10% la industria y finalmente 10% para el consumo humano. Depender de la lluvia para resolver nuestros problemas de falta de agua era una solución de principios de siglo que aún se mantiene. Un tema vital como lo es el acceso al agua potable queda supeditado a si llueve o no, situación con un futuro desalentador si tomamos en cuenta las consecuencias del Fenómeno del Niño y el Cambio Climático. Debemos invertir en tecnología, conocimiento y educación para no seguir atados a “la solución que cae del cielo”.
América del Sur es rica en recursos hídricos, de los cuales gran parte exportamos como “agua virtual”, término que representa la cantidad de agua utilizada de modo directo e indirecto para la realización de un bien, producto o servicio. Producir 1 kilo de tomate precisa unos 15 litros, un kilo de trigo unos 1.500 l y para solo un kilo de carne de vaca es necesario gastar 15.000 l de agua (FAO). Argentina y Brasil exportan miles de millones de litros de agua virtual cada año a través de los cultivos y el comercio. Aun así, tenemos grandes problemas asociados al acceso limitado a este recurso.
Solo cuidando el 10% de agua que se destina directamente al consumo humano, como lo venimos haciendo, no lograremos cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio para subsanar las necesidades de una población mundial de 9.600 millones de personas en 2050. Respecto del 90% restante de agua dulce, utilizado por la industria y la agricultura, debemos mejorar los índices de consumo o aportar agua de fuentes no convencionales. Desde hace más de 40 años existen tecnologías que permiten producir agua potable a partir de agua de mar y efluentes de todo tipo. En los últimos 15 años estas tecnologías han evolucionado tanto, que hoy se pueden potabilizar 1.000 litros de agua a partir de estas fuentes no convencionales. Si convirtiéramos nuestros efluentes en agua de riego o consumo animal en vez de continuar contaminando nuestras fuentes de agua potable estaríamos solucionando tres problemas al mismo tiempo, sequía, la falta de agua potable, y contaminación.
La reducción de las aguas subterráneas, en particular debido al regadío en la agricultura pero también al uso industrial y el desarrollo urbano, es una de las mayores amenazas para los recursos hídricos. Contra ello, el Parlamento Europeo dio su aprobación una nueva normativa que amplía los usos de aguas regeneradas a partir de efluentes. Tras una de las sequías más severas, que tuvo lugar en 2003, afectando a más de 100 millones de personas y a casi un tercio de la superficie de la Unión Europea. Estados Unidos, Singapur o Israel son claros ejemplos en los que la reutilización de agua forma parte integral de sus recursos hídricos. La reutilización del agua ha adquirido un gran desarrollo y amplia aceptación para usos no potables desde la década de los 80, y a medida que avance la educación así lo sucederá también para usos potables, como en algunos países ya existe. Vale destacar, al contrario de lo que podría sospecharse, que gracias a la tecnología de tratamiento de agua, un agua regenerada logra obtener una calidad superior al agua que consumimos hoy como potable.