El mundo según Bayer
La compañía alemana Bayer compró a la estadounidense Monsanto en US$ 66.000 millones. La concentración capitalista alcanza niveles superlativos.
Ahora, el mercado de agroinsumos pasó a estar concentrado en 4 compañías gigantes (Bayer, BASF, DowDuPont y Syngenta).
Dinámica concentradora
La dinámica concentradora creciente en los sectores de agroquímicos, biotecnología y semillas, con un acentuado desplazamiento del capital entre sectores, se ha expresado en diferentes oleadas a partir de la década de 1970. Alianzas, fusiones y adquisiciones otorgaron a las compañías líderes de insumos agropecuarios y biotecnología el papel de oferentes de paquetes tecnológicos completos estableciendo fuertes ligazones entre la industria alimentaria, química y farmacéutica.
Monsanto en un vistazo
Originariamente orientada en el rubro de endulzantes para la industria alimenticia, Monsanto pasó en la década de 1920 a especializarse en la industrialización de productos químicos. A partir de 1980 comenzó a avanzar en la producción de agroinsumos. La empresa descubrió la propiedad herbicida del glifosato, creando su marca comercial Roundup (utilizado para el cultivo de la soja transgénica) y la genética vegetal resistente al glifosato (Roundup Ready). En 1997 adquirió Holden Seeds, empresa estadounidense especializada en semillas de maíz y la marca de semillas Asgrow (por entonces de la mexicana Seminis).
En 1998, compró Dekalb, sumó el negocio de semillas de Cargill en Europa, América Central, Sudamérica, Asia y África, adquirió Delta & Pine Land especializada en semillas de algodón e incorporó la división europea de desarrollo de cultivos de trigo de Unilever. En 2005 compró la semillera Seminis. En 2015, su balance anual a nivel mundial alcanzaba ventas por U$S 15.000 millones con US$ 2.300 millones de ganancias.
Esta compañía arribó a la Argentina en 1956. En 1997 adquirió Chemotécnica Sintyal y luego formó la empresa Genética Mandiyú -junto a Delta & Pine Land y CIAGRO– para la venta de semillas de algodón BT (resistentes a insectos). La firma también desarrolló un joint venture con Cargill denominado Renessen para la producción y comercialización de maíces denominados “alto valor”. Además, mantuvo participación en el semillero Seminium.
De todas formas, el principal mercado de Monsanto continuó siendo el estadounidense, seguido de los negocios de la empresa en Brasil. La facturación en la Argentina, con un 7% de las ventas globales de la compañía, se ubicó en tercer lugar. En el mercado local, Monsanto ocupó en los últimos años el primer lugar entre los fabricantes de agroinsumos con ventas por US$ 1.246 millones en 2013 y US$ 1.270 millones en 2014. En 2015, sólo en el sector agroquímicos facturó US$ 377 millones, con un 15% de las ventas del sector.
Si es Bayer, te compra
En 2002, luego de la compra de Adventis, se organizó Bayer CropScience, como sociedad jurídica independiente dedicada a la producción y desarrollo de fitosanitarios y semillas agrícolas. Con esta adquisición, el grupo Bayer pasó a facturar unos US$ 48.000 millones anuales a nivel mundial, incluyendo todo los rubros.
En 2006, Bayer Innovation GmbH, una filial del Grupo Bayer para el desarrollo de nuevas áreas de negocio, adquirió la empresa de biotecnología Icon Genetics AG. Esta área se potenció aún más en 2009, cuando Bayer CropScience compró la compañía de biotecnología Athenix Corp.
En 2014, Bayer incorporó la compañía de biotecnología noruega Algeta, la farmacéutica estadounidense Merck, Dihon Pharmaceutical Group en China y los activos de gestión de suelos de DuPont en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y México. En 2015, la facturación mundial de Bayer superó los US$ 54.000 millones.
En la Argentina, las ventas de Bayer Argentina ascendieron a US$ 793 millones en 2014. En 2015, en el rubro agroquímicos, Bayer realizó ventas a nivel local por US$ 208 millones, posicionándose en cuarto lugar por detrás de Syngenta y Dow.
Avanzando juntos en la disputa global
La competencia entre capitalistas marca una tendencia a la concentración de la producción y centralización del capital (y viceversa). Esta concentración se vincula con las ventajas de la obtención de mayores porciones del mercado y la producción en gran escala, consiguiendo elevar los niveles de la reproducción ampliada y la acumulación de capital. La competencia internacional lleva a la lucha entre oligopolios capitalistas sostenidos por los Estados de las principales potencias económicas mundiales.
Ahora, el mercado de agroinsumos pasó a estar concentrado en 4 compañías gigantes (Bayer, BASF, DowDuPont y Syngenta). Mientras Bayer y Monsanto se muestran bajo la consigna “Advancing together”, las estadounidenses Dow y DuPont ya habían acordado su proceso de fusión en diciembre de 2015.
Por su parte, los capitales chinos hicieron recientemente un ingreso resonante al mercado: en 2014 el holding estatal COFCO adquirió el 51% del paquete accionario de la transnacional cerealera y de agroinsumos NIDERA (a lo que se agrega la compra reciente de Noble) y, en febrero de 2016, Syngenta, la colosal empresa anglo-suiza, fue comprada por ChemChina.
Esta presencia concentrada en el mercado global de agroquímicos y semillas transgénicas registrada en las últimas décadas arroja resultados negativos para el mundo, comenzando por la dependencia de los agricultores hacia las compañías y la acentuación de todo el proceso de crisis y quiebra de la pequeña producción rural.
Además, estas colosales empresas mantienen estrechos vínculos con los Estados de las potencias de origen y su industria militar. Bastante conocido es el papel desempeñado por Monsanto y Dow en la creación de agentes químicos para la guerra de Vietnam. Por otra parte, puede registrarse el papel de los grandes bancos en este proceso. Como ejemplo, basta mencionar que el Bank of American Corporation Merrill Lynch, Credit Suisse, Goldman Sachs, HSBC y JP Morgan contribuirán a la financiación de la compra de Monsanto con unos US$ 57.000 millones.
Todo lo cual hace reflexionar sobre la nocividad de los cultivos genéticamente modificados y los agroquímicos para la salud humana: no se trata de las consecuencias de la biotecnología y la agricultura transgénica sino de las derivaciones del capitalismo en su fase imperialista.
En ese sentido, la voracidad de estas gigantescas empresas está asociada a su necesidad siempre creciente de asegurar ganancias y el límite está en la conveniencia del negocio. Lo mismo si es Monsanto, Bayer o cualquiera de los otros jugadores.
Fuente: Eco-sitio
Autor: Fernando Romero Wimer