Revolucionario envase comestible como alternativa al plástico

El uso del plástico es demoledor para el medio ambiente. Sobre todo, porque no es un uso discreto, sino masivo. A gran escala y en constante crecimiento, que viene disparándose de forma exponencial desde hace años.
Los pronósticos no son más alentadores, ni de forma genérica ni en lo que respecta a los usos del plástico en el sector de la alimentación, uno de los que hacen un uso más importante del mismo.
¿La solución? Apostar por un mundo más sostenible significa buscar alternativas al plástico, no cabe duda. Pero su funcionalidad es amplia y encontrar otras opciones que realmente resulten viables está siendo muy complicado.
Un invento que puede cambiarlo todo
Un equipo de investigadores del Departamento de Agricultura de Estados Unidos está desarrollando una película muy similar a los envases plásticos que conocemos para envasar alimentos.
La pequeña gran diferencia es la materia prima que se utiliza. En este caso no se trata de un derivado del petróleo, sino de un componente que se encuentra de forma natural en la leche.
Se trata de la proteína de la leche conocida con el nombre de “caseína”, un compuesto biodegradable, comestible y mucho más sostenible que el plástico convencional.
Para su creación, se investigaron las propiedades de la caseína, consiguiendo elaborar películas hasta 500 veces más efectivas que el plástico a la hora de preservar los alimentos, apuntan sus creadores.
Su composición convierte a estos plásticos orgánicos en una barrera muy eficaz contra el oxígeno, con lo que evitamos de mejor manera la oxidación, responsable de la degradación de los alimentos.
En este sentido, la comida también puede tener una mayor duración, de nuevo una ventaja ecológica, ya que supondría alargar la vida útil y, con ello, reducir los desperdicios. Al tiempo, ayudaría a garantizar la seguridad alimentaria y reduciría tanto la polución plástica como la necesidad de reciclaje.
¿Qué y para qué sirve la caseína?
Todo el mundo ha oído alguna vez la palabra “caseína”, pero saber de qué se trata es algo más complicado. Básicamente, la caseína es una proteína láctea.
Se trata de la fracción de proteína que se encuentra de forma mayoritaria en la leche de vaca, con una proporción que ronda el 80 por ciento. El restante 20 por ciento está compuesto por suero de leche.
La caseína, por otra parte, se estructura en largas cadenas de moléculas de 20 aminoácidos diferentes y los procesos de aislamiento la convierten en una valiosa materia prima para un sinfín de sectores industriales.
La industria alimentaria, por ejemplo, la utiliza en forma de polvo como proteína de alta calidad y se utiliza también como ingrediente aglutinante para pinturas o para el encolado de madera contrachapada.
Sus usos son muchos, en buena parte desconocidos. Entre sus utilidades más insólitas, por ejemplo, constituye un fotoprotector para el grabado y la fabricación de adhesivos, acabados textiles, pongamos por caso.
Pero si hay una utilidad innovadora y potencialmente revolucionaria, esa es la que nos ocupa en este post. Como hemos apuntado, su utilización como envase ecológico de uso alimentario puede suponer un antes y un después en la búsqueda de alternativas al plástico.
¿El envase del futuro?
Aun siendo una idea muy interesante, con un gran potencial, no cabe duda de que la mejor alternativa al plástico es ahorrarnos su uso. Ni su reutilización ni su reciclaje, como tampoco lo es un invento como éste, ya que al fin y al cabo supone la producción de un material sustituto.
Ser infinitamente más ecológico no significa que no suponga un impacto ambiental importante, sobre todo teniendo en cuenta su origen, proceso de obtención, fabricación y huella de carbono asociada a su transporte, entre otros aspectos asociados con su ciclo de vida.
Eso sí, habida cuenta de que minimizar hasta ese punto envases o packaging es una completa utopía, este tipo de propuestas pueden hacer una gran diferencia.
¿Acabará comercializándose?
Habida cuenta de las infinitas posibilidades que tiene el invento, y de las constantes mejoras que están realizándose, la intención no solo es comercializarlo como alterantiva al plástico en la industria alimentaria, sino en otros muchos sectores.
En un principio, el plástico bio obtenido era visualmente aceptable, pero se disolvía rápidamente en agua o sustancias húmedas y, en definitiva, era frágil.
Al añadirle pectina cítrica, entre otras mejoras, se aumentnó su resistencia a la humedad y también al calor. Dos aspectos fundamentales en el sector de la alimentación, sin duda.
En su última versión, que sigue siendo susceptible de mejoras, se han aplicado otras modificaciones para finalmente ofrecer un producto que constituye una alternativa real al plástico. Incluso con mejoras, pues impide el paso del oxígeno y resulta menos elástico, una ventaja relativa.
Si las cosas salen como se espera, el envase de caseína será una realidad cotidiana en unos años. Cuántos concretamente, es difícil poder predecirlo, pero sí sabemos que sus creadores confían en que llegue a las tiendas en tres años.
Además de evitar la polución ambiental asociada al plástico, en tierra, mar y aire, será importante de cara al drama que supone para muchas especies.
A este respecto, recordemos otra iniciativa similar, que también consiste en la creación de un plástico biodegradable y comestible, con la intención de preservar la vida marina.
Uno y otro proyecto tienen en común algo mucho más importante: abrir las puertas, junto con otras ideas también pioneras en esta línea, a un cambio de modelo en la producción de plástico
Fuente: Ecología Verde