Buenos Aires sin buenos aires.
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la capital de la Argentina tiene 30% más de componentes nocivos que los recomendados por las Naciones Unidas.
El organismo difundió un completo informe con los datos de polución de 3.000 ciudades, en 103 países.
La capital de la Argentina no se respiran buenos aires. Según el último informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud, se supera en un 30% el nivel máximo y saludable de un tipo de partículas contaminantes que son descargadas en la atmósfera por el tránsito de vehículos, las centrales termoeléctricas y las industrias. Esa contaminación aumenta el riesgo de sufrir cáncer de pulmón, infartos, ataques cerebrovasculares y asma en los porteños.
El nuevo informe de la agencia sanitaria de Naciones Unidas sobre la contaminación del aire tuvo en cuenta los resultados de las mediciones de tres estaciones automáticas de monitoreo que funcionan en la ciudad de Buenos Aires desde 2010. Esas estaciones se encuentran en los barrios de La Boca, Barrio Norte, y en Parque Centenario, y monitorean –entre otros parámetros– el nivel de partículas con menos de 10 micrones de diámetro, que al estar suspendidas pueden alojarse en la tráquea o en los bronquios de las personas.
El nivel máximo de esas partículas en el aire (se las conoce por su sigla PM10), según las pautas de la OMS, no debe superar los 20 microgramos por metro cúbico como promedio anual. Sin embargo, en Buenos Aires se registran 26 microgramos por metro cúbico como promedio anual, un resultado que ubica a la Capital en el medio del ranking de ciudades que elaboró la OMS. Ese ranking tiene datos de 3.000 ciudades y señala que el 80 por ciento de la población de las grandes ciudades no respira aire saludable.
“La situación de Buenos Aires y del país en general es preocupante”, sostuvo Enrique Puliafito, ingeniero e investigador del Conicet y profesor de la Universidad de Buenos Aires y de Universidad Tecnológica Nacional. “Porque los datos de Capital son sólo de tres estaciones de Capital y son limitados. No hay estaciones de monitoreo del aire en zonas en las que circulan más vehículos. Una ciudad como Santiago, en Chile, que ocupa una superficie que es la mitad de la Capital argentina, tiene 10 estaciones”, comparó.
El investigador también advirtió que el resto de las grandes ciudades argentinas no tienen estaciones automáticas de monitoreo del aire. En el Sistema de Estadística Ambiental, que depende del Ministerio de Ambiente de la Nación, sólo figuran datos de estaciones de monitoreo en Bahía Blanca y en Capital. En otros países cercanos, la calidad del aire que se respira importa un poco más. En Chile, se hace el monitoreo en 23 ciudades. En México, 8 ciudades tienen estaciones (en la capital hay 10 estaciones). En Perú, hay 6 estaciones en la ciudad de Lima, y en Montevideo, Uruguay, hay otras 6 estaciones.
“El resultado informado en la base de la OMS para Buenos Aires no está tan mal. Pero hay que tener en cuenta que no se mide en las zonas más contaminadas de la ciudad. Por lo cual, no se sabe cuál es el nivel real de contaminación. Hay pocas estaciones y la muestra no es representativa”, agregó Enrique San Román, investigador en química ambiental del Inquimae del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Desde la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad, que tiene a cargo el monitoreo del aire, informaron a Clarín por escrito que durante los últimos 6 años los niveles de contaminación fueron bajando hasta llegar a los resultados que se informan en el trabajo de la OMS. Hubo variaciones en los años 2011 y 2015 por la influencia de partículas provenientes de erupciones de volcanes. Argumentaron que la implementación del Metrobús, las bicisendas, el desincentivo al uso del auto particular, el refuerzo de control a las emisiones en vehículos y la actualización de los procesos productivos en industrias están contribuyendo a reducir más el nivel de partículas peligrosas.
“Ahora que estamos en invierno se dan las condiciones más desfavorables para la dispersión de los contaminantes en la ciudad –alertó Nicolás Zeballos, licenciado en ciencias ambientales por la Facultad de Agronomía de la UBA–. Si bien se tomaron medidas, se necesita una mayor cantidad de estaciones en Capital y en el resto de las grandes ciudades, porque hoy no se puede controlar bien ni tomar mejores medidas para proteger la salud. Además, se debería ampliar la red de estaciones meteorológicas que permitan obtener datos fehacientes de las variables que influyen la calidad del aire de las ciudades”.
Fuente: Clarin